miércoles, 24 de agosto de 2011

Algo que me haga recordar

Despertó en medio de la calle. Supo que no se encontraba bajo un techo porque la fina lluvia empapaba todo su cuerpo de una forma dulce. Sintió como las pequeñas piedras que se habían desprendido del asfalto se quedaban pegadas a su piel. Poco a poco fue abriendo los ojos, descubriendo una larga carretera con algunas luces a lo lejos, con formas que simulaban estrellas, arcoiris nocturnos.

Al fin de estar observando la larga carretera, decidió levantarse y caminar.

Ya de pie, echó para atrás todo el pelo que se había quedado pegado a su frente. Alzó la cabeza y abrió la boca, saboreando cada minúscula gota de lluvia que al azar, había terminado por morir en su lengua.

Volvió a mirar a la carretera. Sintió el suelo mojado bajo sus pies. Por fin, se dio cuenta de que él era la carretera, aquella tantas veces transitada, en la que su corazón tenía una estancia permanente.

Comenzó a caminar, despacio, queriendo sentir cada pequeño recoveco del suelo.

Cuando, finalmente, supo sin ninguna duda que conocía aquel camino tan bien como su propia alma, comenzó a caminar más rápido, y más rápido, hasta que sus pies se iban despegando sel suelo, corriendo tan veloz como una razo de pura luz.

Mientras tanto, alguien observaba desde atrás, entre las sombras. Sonreía. Porque lo que él no sabía era que el nombre de esa carrtera era algo que le iba a cambiar la vida. Viendo como se alejaba, un pequeño cartel de madera desgastada, con letras negras decía ‘’Camino a casa’’.

domingo, 22 de mayo de 2011

El requiem de las horas

La estridente manera en la que un sueño, algo mas que un anhelo se torna real a mis sentidos.

Como el tic tac del asesino reloj, marca, incesante, cual mayor de los soldados, la marcha, el terrible dolor de cada segundo.

Todo lo que era aire, se convierte en sudor y saliva.

Si este mísero pedazo de papel fuera mi réquiem, se quedaría encerrado en mis entrañas.

El aire que ahora respiro, bajo ese gran dictador de dos agujas, quiero recogerlo, y que jamás vuelva a salir de mi.

Quiero absorber todas las lágrimas y convertir mi ser en un alma empapada de una gloria secreta y marchita por las horas venideras.

Deseo vivir en la perfecta sombra que aparece al apoyar el lápiz sobre el papel, y desaparecer, en cuanto se termina una palabra,

una coma,

un guión,

y si,

un punto final.

jueves, 31 de marzo de 2011

Bueno, hace ya algún tiempo de mi última entrada, tanto que no se ni por dónde me quedé o qué es lo que tengo que empezar a contar.

Hace algunos días que ando un poco intranquila. Supongo que es un cúmulo de cosas. Cosas que intento explicarme, pero que no se qué son. Quizás, y como siempre, escribir me ayude.

El estrés que sufrimos todos los estudiantes supongo que tiene algo que ver. Cuando no te queda tiempo ni para leer dos páginas de un libro que no sea de texto, hace que te cabrees, y lo peor de todo, no te deja tiempo para ser tú misma. Para enmendar los errores que cometes, para intentar mejorar aquello que sabes que así no funciona bien. No se a vosotros, pero a mi las ganas de llorar se me acumulan, y pasa lo que ha pasado hoy, que después de un día terrorífico, después de una semana desastrosa, llega alguien que te dice justo lo que necesitas para explotar. Lo peor es cuando estos estallidos repentinos suceden en medio de la calle, con todo el mundo mirando y tú sin poder contenerte, porque vamos, una vez que empiezas, bastante difícil es parar de llorar cuando te dicen ''venga mujer, tranquilízate''. ¿Que me tranquilice? ¿Que me tranquilice después de una semana de espantosa, tras un mes hundido en cieno? Por favor, por lo menor deja que llore un poco, que suelte todo lo que tengo que soltar, que ya me callaré.

Si he de analizar el porqué de estas cosas, de estos estallidos, no puedo más que hace un vano intento, sin prometer nada, ni siquiera a mi misma. Supongo que lo que me tiene angustiada es que hace algún tiempo que me cuesta comprender porqué los demás actúan de la manera que actúan. En mi cabeza es algo que me figuro como una gran calle transitada por cientos de personas, todas caminando en la misma dirección, mientras yo me dirijo hacia donde ellos se van. Pero es como que ese parece ser el único sitio en el que puedo encontrarme, ajustar cuentas conmigo misma y ser capar de mejorar. El problema reside en que las personas me empujan, me arrastran con ellos en la dirección contraria a la que deseo ir. Pero los deseos no importan. No importa qué es lo que nos hace felices. Lo único que importa es que nadie se salte las reglas, que todos sigamos la corriente. Pero aún así, en lo más hondo de mí sigue habiendo algo. No se si es bueno o malo, o ni siquiera si es gran cosa, pero está ahí, y me hace ir a contracorriente. Equivocarme, enmendarlo y volver a equivocarme una y otra vez, pero con la angustiosa esperanza de que algún día podré llegar a donde quiero. Y eso es lo que espero, y eso, creo, es en lo que se basa mi vida. El problema es que como parece ser que no tengo sentido común, eso de ponerme pequeñas metas no va conmigo. Ya no es solo que no vaya, sino que soy incapaz de hacerlo, porque me desespero. Mi meta no es apartar persona a persona a todos los que no me dejan llegar al otro extremo de la calle. Mi meta es llegar y estar en el otro extremo, intentando comprender por qué todos van hacia la dirección opuesta.

Y en resumidas cuentas, creo que estoy creciendo. Supongo que esa es la dinámica de la vida, al igual que supongo que todo está lleno de calles y de gente, que se quieren dirigir a distintos destinos, pero que en común siempre han de arrastrar o herir a alguien.

En fin, como siempre, escribir ayuda a despejar el alma, pero al igual que me pasa al llorar, no lo puedo hacer siempre que quiero.


Hasta entonces, me despido de mi misma, deseandome suerte para no meter la pata demasiado.

martes, 8 de febrero de 2011

Un dolor intenso se apodera de mi alma, quiero gritar, y de repente, el mundo no escucha, quiero chillar y no tengo derecho a estropear el equilibrio del silencio…
Hoy desperté pensando que era libre, que mi corazón yacía en un lugar, lejos de los demonios que día y noche lo atormentan. Hoy desperté con ganas de volar, pero apenas pude quedarme de rodillas en el suelo, llorando por todas las plumas llenas de sangre que están desperdigadas por mi habitación.
Hoy maté a un ángel, y luego a otro, y a otro y a otro. Hoy maté la inocencia del que vive sin conocer, para dar la visión real de la fantasía, para chillar, que el que no imagina, es porque perdió toda la esperanza en la humanidad…Para chillar, y que este mundo no esté sordo, y que mis palabras sean escuchadas.
Hoy di la vida a un demonio, y luego a otro y a otro y a otro. Hoy lloré por mi vida y por la de los seres humanos, hoy quise ser libre y no pude más que mirar entre los barrotes de mi cárcel de cristal. Mis demonios atraviesan las paredes de todos los corazones, y nos llenan de rabia, de impotencia, de insensibilidad.
Hoy quise ser yo y no pude, porque mi esencia se quedó encerrada en lo que antes fueron paraísos enteros de belleza, hoy no puede ser yo, porque mi ser se quedó atrapado en mi imaginación.

lunes, 3 de enero de 2011

Declaración imperfecta de sentimientos.

Quisiera escribirte algo bueno de verdad. Algo que saliera directo desde mi alma hacia la tuya, sin ningún intermediario.

Pero no puedo.

Entre medias se encuentra mi cabeza, atrofiada, que jamás conseguirá funcionar de una manera decente, y por eso, cada sentimiento que quiera plasmar aqui, en cada trozo de papel se verá intoxicado.

Puedo intentarlo, diciendo por qué me gustas, como por ejemplo, por todo tu talento, tu forma de concentrarte, de razonar las cosas, tu forma de decir que me quieres, cómo hablas, cómo te mueves... Tu sonrisa, tus ojos, tus perfectas manos, tu espalda, en la que me perdería para siempre.

Puedo describir la forma en la que cada vez que nos quedamos dormidos, algo va creciendo dentro de mi. Algo que empieza a revolotear en mi estómago cuando te quedas dormido, rodeandome con tus brazos, apoyado en mi hombro. Al igual que cuando soy tan afortunada, que puedo sentir cómo me das un beso, o como me dices que me quieres.

Adoro la nuestra intimidad. Esa pompa perfecta que hemos creado, en la que nada me puede afectar.

Si tuviera que resumir todo lo que siento, diría que te quiero, mucho más de lo que te imaginas. Que adoro la forma en la que tratas de ser perfecto, cuando para mi, hace mucho que ya lo eres.

domingo, 17 de octubre de 2010

Y aquellas personas que te hacen sonreir

Después de algún tiempo te levantas por las mañanas y sonries. Después de algún tiempo, piensas en alguien y una sensación cálida te envuelve. Alguien que te hace sonreir, disfrutar, soñar, cantar a grito pelao', sentir tranquilidad. Alguien que es capaz de hacer que no te invadan los nervios, a quien le importas y te sabe escuchar.

Sentir como si en cualquier momento el mundo fuese a terminar y pensar que no te importa, supongo que es una sensación que muy pocas veces en la vida se tiene. Sentir que podrías estar frente al más grande abismo, la más tremenda colisión de las estrellas y notar que algo dentro de ti tiene mucha más fierza que cualquier cosa que suceda en el exterior de una simple habitación.

Miradas que son poesia, silencios llenos de comprensión, sonrisas cargadas de ternura. Creo que no podría haber pedido nada más.

Creo que ya no es una dulce nostalgia lo que me envuelve, sino algo mucho más profundo, puro y sincero. Algo que podría gritar tan fuerte como mis pulmones me permitieran. Y no es más, nada más, que un feliz presente, que una vida compartida con una persona a la que querer.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Nubes de abril.

El sol ya llevaba dos horas escondido cuando salí a la superficie después de un largo trayecto en metro. La gente caminaba rápido hacia sus hogares, una gran tormenta se avecinaba. Yo no aceleré el paso.Quise sentir el viento en mi cara, moviendome el cabello de forma violenta. Llegué a la parade de autobús, dónde una señora mayor esperaba a que llegase el suyo, pacientemente, con las manos rodeando su antiguo bastón de roble. Yo me senté a su lado y obserbé el cielo, buscando la luna.Pero solo podía apreciar una luz lechosa, que se adivinaba detrás de las densas nubes. Un autobús paró, y la señora , lentamente, se levantó y se dirigió hacia él. Después de eso me quedé sola. Mis ojos volvieron a la oscuridad del cielo, y en ese preciso momento el viento empezó a soplar, dejando ver la perfecta redondez de la luna, su halo de misterio, el deseo que hacía nacer en todos los seres humanos. Ningún coche pasaba por la calle en ese instante. No se escuchaba nada, salvo el silvido del viento contra las ramas de los árboles más cercanos. Fue como si el mundo hubiese muerto. Fue como solo yo pudiese comprender el secreto del cielo, de la eternindad de aquella luz. Entonces un coche pasó velozmente, devolviendome a la realidad. Fue como si acabase de despertar. Fue como el amanecer de mi melancolía.


Por cierto, no creo que exista una parte dos de la anterior entrada... La razón es simple, no voy a escribir acerca de algo que me ha dicho alguien que ahora me decepciona tanto :)