Bueno, hace ya algún tiempo de mi última entrada, tanto que no se ni por dónde me quedé o qué es lo que tengo que empezar a contar.
Hace algunos días que ando un poco intranquila. Supongo que es un cúmulo de cosas. Cosas que intento explicarme, pero que no se qué son. Quizás, y como siempre, escribir me ayude.
El estrés que sufrimos todos los estudiantes supongo que tiene algo que ver. Cuando no te queda tiempo ni para leer dos páginas de un libro que no sea de texto, hace que te cabrees, y lo peor de todo, no te deja tiempo para ser tú misma. Para enmendar los errores que cometes, para intentar mejorar aquello que sabes que así no funciona bien. No se a vosotros, pero a mi las ganas de llorar se me acumulan, y pasa lo que ha pasado hoy, que después de un día terrorífico, después de una semana desastrosa, llega alguien que te dice justo lo que necesitas para explotar. Lo peor es cuando estos estallidos repentinos suceden en medio de la calle, con todo el mundo mirando y tú sin poder contenerte, porque vamos, una vez que empiezas, bastante difícil es parar de llorar cuando te dicen ''venga mujer, tranquilízate''. ¿Que me tranquilice? ¿Que me tranquilice después de una semana de espantosa, tras un mes hundido en cieno? Por favor, por lo menor deja que llore un poco, que suelte todo lo que tengo que soltar, que ya me callaré.
Si he de analizar el porqué de estas cosas, de estos estallidos, no puedo más que hace un vano intento, sin prometer nada, ni siquiera a mi misma. Supongo que lo que me tiene angustiada es que hace algún tiempo que me cuesta comprender porqué los demás actúan de la manera que actúan. En mi cabeza es algo que me figuro como una gran calle transitada por cientos de personas, todas caminando en la misma dirección, mientras yo me dirijo hacia donde ellos se van. Pero es como que ese parece ser el único sitio en el que puedo encontrarme, ajustar cuentas conmigo misma y ser capar de mejorar. El problema reside en que las personas me empujan, me arrastran con ellos en la dirección contraria a la que deseo ir. Pero los deseos no importan. No importa qué es lo que nos hace felices. Lo único que importa es que nadie se salte las reglas, que todos sigamos la corriente. Pero aún así, en lo más hondo de mí sigue habiendo algo. No se si es bueno o malo, o ni siquiera si es gran cosa, pero está ahí, y me hace ir a contracorriente. Equivocarme, enmendarlo y volver a equivocarme una y otra vez, pero con la angustiosa esperanza de que algún día podré llegar a donde quiero. Y eso es lo que espero, y eso, creo, es en lo que se basa mi vida. El problema es que como parece ser que no tengo sentido común, eso de ponerme pequeñas metas no va conmigo. Ya no es solo que no vaya, sino que soy incapaz de hacerlo, porque me desespero. Mi meta no es apartar persona a persona a todos los que no me dejan llegar al otro extremo de la calle. Mi meta es llegar y estar en el otro extremo, intentando comprender por qué todos van hacia la dirección opuesta.
Y en resumidas cuentas, creo que estoy creciendo. Supongo que esa es la dinámica de la vida, al igual que supongo que todo está lleno de calles y de gente, que se quieren dirigir a distintos destinos, pero que en común siempre han de arrastrar o herir a alguien.
En fin, como siempre, escribir ayuda a despejar el alma, pero al igual que me pasa al llorar, no lo puedo hacer siempre que quiero.
Hasta entonces, me despido de mi misma, deseandome suerte para no meter la pata demasiado.